Tuesday, September 19, 2006

El señor de la leche

LA MEJOR INVERSIÓN Cada onza de leche ha hecho de Lucio un niño sano y feliz.

Tener un hijo es altamente redituable. Lucio midió 50 centímetros al nacer y pesó 3.350 kilos, y aunque estoy segura de que en la sala de partos me dijeron que había pesado 200 gramos más, cinco meses después mide casi 70 centímetros y pesa 8 kilos.
Cada gramo nuevo de niño trae una sorpresa. Su repertorio de monosílabos ya incluye el ga y el gui, y qué decir de las muecas: abre y cierra la boca como si estuviera dando besos pero sin tronar, y también succiona su labio superior. Grita de gusto, se muere de la risa él solito, y chupa y muerde cuanta cosa llega a sus manos. Manos que, por cierto, ya alcanzan cubiertos, platos, bollos, cobijas y todo lo que le deje a la mano, y hasta sus pies.
Los pies.... Cuando despierta (a las siete de la mañana), empieza a patear la cama como bárbaro, feliz de que haya amanecido. No sólo tiene fuerza bruta; le construí un baby gym con palitos de madera y correa de piel del que cuelgan unas sonajas que es capaz de patear hasta que dan la vuelta y también de deternerlas con la punta para volverles a pegar con mucha precisión. Hasta podría decir que las mira detenidamente antes de golpearlas como para no fallar.
Hoy es un niño menos asustadizo que ya no llora cuando escucha el ruido de una motocicleta. Es más curioso y voltea a todos lados para encontrar la fuente de toda clase de sonidos. Y también, debo confesar, empieza a hacer berrinches que habremos de enseñarle a convertir en palabras tranquilas para comunicar sus deseos. Ahora son graciosos, pero luego...
Lo que no ha cambiado en nada es esa infalible y sonrisa certera suya. Papá no sale de casa hasta que Lucio no le regala una sonrisa.
Para mí, la más hermosa es aquella que me ofrece con los ojos cerrados, casi dormido, después de amamantarlo en la oscuridad de la noche.

AUTORRETRATO Volteó e iba a darme un tope cuando los dos cerramos los ojos y ¡click!

2 comments:

Pipirín said...

Amor mío, has hecho un trabajo extraordinario. Tus palabras me recordaron la emoción de platicar al mundo lo felices y afortunados que somos de tener a nuestro hijo.
Te envío mi amor y preparate... ya voy a casa.
Papá primerizo

Anonymous said...

Mi vida, has sido un extraordinario maestro. Esto de hacer mi propio campamento en tu blog es muy divertido y me saca de la rutina mientras el cachorro duerme (aunque cada vez duerma menos).
Yo te amo.
Mamá bloggera